Está mal odiar, está muy feo. Pero más feo es esto del fútbol moderno. La pasión y la fidelidad a unos colores ya quedaron atrás. Ahora mandan las televisiones, los multimillonarios que se encaprichan comprando equipos y los futbolistas modelitos con cresta y tatuajes.
Los que promulgamos lo de “Odio eterno al fútbol moderno” queremos que vuelva el fútbol de verdad. El de los tíos rudos con bigote, con el cuerpo antiguo, con los pantalones cortísimos y con esas greñicas que hacían más cercanos a tus ídolos.
Grandes bigotudos como el símbolo del fútbol clásico, el Tato Abadía, Carmelo del Cádiz, también Sánchez Jara o el excéntrico portero Bruce Grobbelaar. Cracks como Gullit, Rudi Völler, o el gran portero Higuita que cumplía las dos características, bigote y greñas.
Hablando de porteros, exceptuando al gran Higuita, los porteros se dedicaban solo a parar balones, nada de ponerse a regatear delanteros ni cosas raras como ahora. Molaba mucho Toni Meola de Estados Unidos, que acabó en el fútbol americano, como el gran Mariano Angoy. Jorge Campos de México y sus colorines, el imprevisible N’Kono, Paco Buyo, Arconada y el prototipo que no debió desaparecer de portero alto y serio, Rinat Dassaev, Zubizarreta o Zenga. Los que molaban.
Ahora los defensas sacan la pelota jugada y te hacen no se cuantos toques, colas de vaca y de todo. Pero qué tiempos en los que o pasaba la pelota o pasabas tú. Defensas rudos como Patxi Salinas, Pablo Alfaro, el yankee Alexi Lalas, o toda aquella defensa del Atlético con Juanma López, Solozábal, Tomás y Ferreira. Todos ellos casi siempre con balón por medio, no como el caso del que después se convertiría en actor, el carnicero Vinnie Jones o el también centrocampista duro Roy Keane.
Aunque no solo se veía fútbol duro, también había lugar al juego preciosista en una figura de jugador que se ha perdido, la del número 10. Maradona era el máximo exponente de número 10. Pero existían más: Mágico González, Valderrama, Platini, Zico, Enzo Francescoli, George Best o el gran Paul Gascoigne, por citar algunos. A la mayoría, les unía que tenían una clase impresionante y que casi todos tenían un idilio con los excesos fuera del campo…
Pero la salsa del fútbol es el gol, y claro, si nos ponemos a enumerar no nos pondríamos de acuerdo de quienes fueron los mejores delanteros vinculados al fútbol no moderno. Pero sí coincidiríamos en los que molaban bastante, como Romario, Ronaldo Nazario, Marco Van Basten, Hugo Sánchez y jugadores que podían considerarse delanteros pero también un número 10. El mencionado George Best, Alessandro Del Piero, Roberto Baggio o el flaco Johan Cruyff.
En fin, esta entrada se nos fue de las manos y aún así nos dejamos muchísimos jugadores que contribuyeron a que el fútbol fuera auténtico. Esos entrenadores Esos equipos que vestían con marcas como Massana, Meyba, Cejudo o Kappa. Esas botas de fútbol que eran solo de color negro. Esos grandes como Spacic, Romerito, Bogarde, Karembeu, Lucendo, Pato Sosa, Tren Valencia, Secretario, Gravesen, Prosinecky, Zenden… Por todos ellos y muchos más, proclamamos el Odio eterno al fútbol moderno.